Dolmen Indígena / Espacios simbólicos / Villa de Leyva, Boyacá, Colombia – Sur América.

08 de Agosto de 2016.

Arquitecto: Néstor Rafael Villabona Hernández.

Localización: Villa de Leyva, Boyacá, Colombia, Sur América.

Ubicación: Eco Parque Conscientia Universalis, vereda Sabana Baja.

Diseño: abc Crear Arquitectura.

Construcción: Conscientia Universalis Sas.

Área: 270 m2 Construidos de urbanismo

Año del proyecto: 2016

Fotografías: abc Crear Arquitectura

Descripción del arquitecto:

¿Cuándo surge el arte entre las antiguas sociedades indígenas precolombinas?

Justo cuándo los antiguos pobladores del territorio, deciden ir más allá de la mera funcionalidad, para agregar uno o varios elementos a sus construcciones, dejando ver rasgos estéticos y simbólicos, lejos del sentido práctico o funcional pero integrandolos a la herramienta o a la vivienda, como una representación de su cosmogonia.

Hay que considerar varios aspectos: el primero de ellos es que el arte entre las antiguas comunidades precolombinas estaba profundamente imbuido de nociones mitológicas y cosmológicas. Son los conceptos sobre el origen, la naturaleza y la sociedad los que generan, en primer lugar, las imágenes que habrán de alimentar el naciente arte americano.

En este sentido, estas manifestaciones están pobladas de animales ancestrales, esquematizaciones de seres astrales y cuerpos humanos concebidos como representaciones del cosmos y la naturaleza.

En segundo lugar, y como consecuencia lógica del primer aspecto, hay que entender que estas manifestaciones artísticas tienen un carácter fundamentalmente social, colectivo. Esto no quiere decir, por supuesto, que los individuos que ejecutaban directamente las obras que habremos de llamar arte no tuvieran cierta libertad creativa y no pudieran imprimir su sello personal en lo que hacían. No obstante, la creación de imágenes en cualquier tipo de soporte era un asunto mucho menos individual de lo que estamos acostumbrados a ver en la historia posterior del arte.

Por último, es necesario que nos acostumbremos a la presencia de un faltante importante. La arqueología nos ofrece la oportunidad de aproximarnos al mundo de las comunidades ya desaparecidas, pero se enfrenta siempre al hecho inevitable de que buena parte de su legado ha desaparecido. Muchos materiales que constituyeron el soporte material del arte nativo sucumbieron frente al paso del tiempo, así que por esta vía hemos perdido textiles, cortezas, madera y la misma piel de muchas personas que sirvió como lienzo de la pintura corporal. Lo que nos queda es un fragmento, muchas veces pequeño, del mundo de imágenes y representaciones del pasado que no siempre hace justicia a lo que fue el inventario original.

El dolmen indigena surge pues, más como una representación simbólica del paso de la vida a la muerte, un cambio de ubicación de la energía, una transmutación del mundo del tonal al mundo del nagual; elaborado en materiales duraderos como la piedra acompañada de morteros de cal y canto para su cimentación, todo dentro de procesos de Bio construcción, como un tributo a la creatividad de los antiguos pobladores Muiscas.